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dissabte, 14 de maig del 2011

Historia de la Corporación Metropolitana

Corporación Metropolitana de Barcelona
Un ejemplo mal ejecutado de provocación lo llevó a cabo el Partit dels Socialistes de Catalunya en relación a la temática de la Corporación Metropolitana de Barcelona. Ésta era una entidad que surgía de la federación de ayuntamientos socialistas y suponía un contrapoder al gobierno autonómico (en poder de los conservadores nacionalistas de Convergència i Unió).
Dicha entidad funcinaba muy bien en cuanto coordinaba servicios municipales y, obviamente, sus resultados eran una fuente de votos para los socialistas. Pues bien, por si ya de por sí el recelo que despertaba en el partido conservador no fuera suficiente, a algún genio se le ocurrió la brillante idea de hacerla “oficial” y dotarla de una bandera.
¿Se imaginan la provocación que es que a un partido que durante años pretende tener la representación exclusiva de lo catalán le planten una segunda bandera el grupo de la oposición? Por añadidura, el gobierno conservador nacionalista disponía de mayoría absoluta y podía proceder a disolver la Corporación Metropolitana de Barcelona con la promulgación de leyes adecuadas.
Mauri y Uría consideran que éste fue el mayor descalabro de la vida política de Maragall y narran en un extenso capítulo el episodio que se inicia con la provocación de la bandera. Recomendamos la lectura para no perderse detalles de dicho episocio, pero para hacerse una primera idea, los siguientes párrafos son ilustrativos:
La desaparición de la Corporación Metropolitana había quedado sellada tres años atrás. Un suceso, ocurrido el 2 de junio de 1984, iba a marcar definitivamente los acontecimientos futuros. Lo que parecía una nimiedad fue, para el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, la señal inequívoca de que el impulso político que Maragall había decidido dar a la CMB había traspasado definitivamente el umbral de lo admisible. Alguien se había sacado de la manga una bandera metropolitana.
-Ya puedes guardar esa cosa en un cajón y no volverla a sacar jamás, no quiero verla otra vez- tronó Mercè Sala, recién nombrada vicepresidenta ejecutiva de la Corporación, cuando el exconcejal Rafael Pradas, asesor de comunicación de Maragall en la CMB, le mostró el proyecto de bandera: una enseña con el escudo de la institución sobre fondo azul(...)
Jordi Pujol no llegó a ver la bandera, pero su existencia sí llegó a sus oídos. Y eso fue suficiente. «Cataluña sólo tiene una bandera", diría poco después. La polémica enseña no pudo tener una vida más corta: tras aquel día, desapareció como por ensalmo, no quedó ni rastro. Pero los nacionalistas se encargaron de que quedara bien grabada en el imaginario colectivo. Y no sólo la bandera, sino también un supuesto himno metropolitano que nunca negó a existir. Puestos a buscar un pretexto, Pujol no podía haber encontrado otro mejor(...)
Embebido en su propia euforia, Maragall no supo ver a tiempo el peligro. No intuyó que Jordi Pujol estaba dispuesto a utilizar la mayoría absoluta que -él sí- había conseguido en las elecciones autonómicas de abril de 1984 para cortarle las alas de raíz. Ni calibró, tampoco, hasta qué punto estaba solo en esa batalla. Los demás alcaldes metropolitanos, como el tiempo se encargaría de demostrar, eran en general tibios cuando no hostiles a la CMB. Y la misma dirección del PSC observaba con cierto recelo la impronta que Maragall se empecinaba en darle a la institución.” (Mauri & Uría:131, 132, 137


título : La gota malaia: una biografia de pasqual maragallautor : mauri, luis uria, lluis


De hecho, siempre ha estado latente, desde la disolución en el verano de 1987 de la Corporación Metropolitana de Barcelona. Este organismo había nacido en 1974, o sea en tiempo de dictadura, pero había sido adaptado al tiempo democrático. Desde la Generalitat se desconfiaba de él por el protagonismo que adquiría su presidente, Pasqual Maragall, a la sazón alcalde de Barcelona, que inauguraba parques y equipamientos en poblaciones del entorno como si fuera un contrapoder de la presidencia de la Generalitat, ocupada por Jordi Pujol. Cuando un día el responsable de comunicación de la Corporación me comunicó que habían elaborado una bandera y un himno, le respondí que sus días estaban contados. Y así fue. El PSC y el PSUC de entonces juraron que la resucitarían en cuando pudiesen

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